lunes, 27 de julio de 2009

Química

La chica que me considera imbécil me gustaba. Hablábamos, discutíamos, hacíamos chistes, nos reíamos... en fin, había química.

Siempre me ha gustado la química, el simbolismo de sus reacciones, la abstracción de sus fórmulas... y el misterio de todas esas sustancias recorriendo los entresijos de nuestros cuerpos y provocando efectos maravillosos.

Cuando nos enamoramos realmente lo que sucede es que se desata la furia de la química del amor. Serotonina, oxitocina, adrenalina, testosterona, andrógenos, estrógenos y demás proteínas sexuales establecen su campo de batalla en nuestros cuerpos y nos hacen sentir, suspirar, anhelar, amar, gozar y sufrir por y con esa otra persona que es la que, cuan supercatalizador, desata a ese ejército molecular.

Y, como decía, esa chica me gustaba y se lo insinué. Le di las pistas para llegar hasta mí, para poder pasar a otro estadio y, en diversas posturas y tiempos, intentar estudiar y suspirar con la química de nuestros cuerpos... pero fue ella la que no entendió mis mensajes y, al parecer, esperó una actuación algo más clásica y menos académica en esto del ligoteo.

Al final nos quedamos sin nada y yo con el calificativo de "imbécil".

Igual en el próximo curso nos tendríamos que matricular de esa asignatura con un libro de texto tan sugerente como: "Understanding Chemistry" para aprender a interpretar correctamente los mensajes de ambos.

Perdido


Decía que hace un año perdí a la persona que quería, pero desde entonces soy yo el que está perdido, el que está en otro sitio... o en ningún sitio.

Me faltan las ganas para casi todo y dejo pasar las horas, los días, las semanas...

Realmente el cartel de búsqueda debería llevar mi foto, la de antes, la de la persona que fui y que ya no soy, pero no hay nadie que me eche en falta y que se dedique a poner carteles con mi imagen.

He estado de vacaciones y ayer, cuando volví, recibí un mensaje por el móvil.

Era de una chica que conocí la última semana y en el mensaje, a parte de desear que hubiera tenido un buen viaje, me llamaba imbécil por no haberme dado cuenta de que podía haberme acostado con ella.

Perdido, efectivamente, perdido.

Mirada

Hace un año tenía novia. Bueno, o algo así.

Hace un año veía en mi pareja una mirada como la de la chica de la foto. Una mirada que decía mucho, que expresaba deseo, admiración, cariño, felicidad... amor.

Pero hace un año todo cambió.

Desde hace un año ya no hay nadie junto a mí. Nadie me mira así. A nadie puedo mirar yo.

Ha pasado un año y estoy como adormecido, como si la vida no fuera ya conmigo, como cuando se mira el paso del agua de un río y uno se siente impotente para detener ese caudal e impotente también para navegar dentro de él.

Hace un año. ¡Qué rápido pasa el tiempo!