miércoles, 31 de diciembre de 2008

¿Tradiciones?...


Es curioso cuántas barbaridades se mantienen y se perpetúan en nombre de la "tradición". Parece que la sola mención de dicha palabra fuese el salvoconducto, la patente de corso, para no poder ejercer una oposición racional y razonada del por qué casi todo lo que se ampara bajo ese término es rancio, soso, está de vuelta y lo más sensato sería olvidarnos de ello.

En nombre de la tradición se tortura animales para nuestra diversión (corridas de toros), se despilfarran toneladas de tomates, harina, huevos... en fiestas de pueblos cuando, salvo esos días tan "tradicionales", se nos llena la boca de palabras en favor del hambre en el tercer mundo y el consumo racional y sin excesos. Se tiran litros y litros de cava, vino, agua... mientras otros semejantes a nosotros mueren de la sed y de las sequías más extremas.

En nombre de la tradición se mata a miles y miles de corderos para celebrar la pascua, o cualquier otra animalada, valga la redundancia, de cualquier religión o secta, que es lo mismo.

En nombre a la tradición se circuncida, se hacen ablaciones de clítoris y se perpetúa la dominación de una clase sobre otra o de un género sobre el otro.

Y en nombre de la tradición, o la religión, que es lo mismo, se mata, se extermina y se tortura con saña a los que piensan distinto o intentan apartarse de tan nefasta influencia.

Por no hablar de las tradiciones, propias o importadas, tan fomentadas y publicitadas por las empresas, comercios, y otros gremios en general: navidades, san valentines, halloweenes, amigos invisibles, despedidas de solteros y solteras, carnavales, días de la madre o del padre... o, en estas fechas las malditas 12 uvas.

Evolución, Cultura, Civilización, Razón... ¿dónde estáis?

¿De verdad vamos hacia algún lado como especie? o somos ese virus que la propia naturaleza ha permitido desarrollarse y que ahora tiene que librarse de él a base de cambios climáticos, envenenando aire y aguas, agitando recursos y desatando catástrofes...

Y ante tanto desatino e interés comercial en boca de los de siempre, de los que no tienen otros argumentos que ofrecer salvo el trasnochado: "es lo tradicional", siempre nos quedará la respuesta revolucionaria, que aunque fue un grito de guerra de los ochenta para un problema ligeramente distinto, el de la energía nuclear, lo podemos adaptar:
"¿Tradiciones?... ¡No, gracias!"

lunes, 29 de diciembre de 2008

Cambio climático


Se habla y se informa hasta la saciedad del aparente cambio climático. Porque haberlo, haylo, como las meigas, y parece que todo lo que pasa en la naturaleza, lo malo, claro, es responsabilidad del cambio climático.

Los medios de comunicación, que no se caracterizan por ser muy rigurosos y contrastar las noticias que dan, lo tienen como la panacea para llenar páginas y páginas. No digamos nada de los informativos de TV que les encanta sacar las imágenes más morbosas de incendios, riadas, tormentas, temporales... Caen cuatro copos de nieve y ya están allí los de los informativos para decir que la nevada ha sido la releche.

Los políticos de todo color también se apuntan al carro de que tenemos que hacer algo para evitar dicho cambio y ahora las empresas han encontrado el filón para colgarse medallas medioambientales.

¿A qué me refiero? Pues a que ahora no hacen más que tirarse el moco toda esta gentuza a costa de que "compensan" las emisiones de CO2 que producen con su actividad.

Hasta hay un anuncio de coches en el que largan la lindeza de que sus emisiones de dióxido de carbono son nulas porque por cada coche que venden plantan una docena de árboles.

Ese mismo razonamiento lo emplean aseguradoras, eléctricas, empresas de todo tipo... y hasta los bancos y cajas de ahorro.

Pues bien, eso es una falacia como otra cualquiera, aunque en este caso avalada por una dudosa directiva europea.

¿Qué es lo que falla en toda esta historia? Pues varias cosas.

Lo de compensar las emisiones es tan absurdo como lo de comprar derechos de emisión de los países pobres por los ricos. Así los ricos siguen emitiendo y contaminando como antes y los pobres los venden porque tampoco los podrían utilizar con su potencial industrial y de nivel de vida. ¿Qué sale caro para los ricos?. Pues mire, tampoco, que para eso está el quitar de los fondos de ayuda al desarrollo del tercer mundo la cantidad necesaria... que antes iba en proyectos y ahora se le pagará al gobierno de turno para que se perpetúe en el poder y los de su tribu o etnia machaque mejor y más rápido a las de la oposición. Aunque igual se les acaba el chollo a los tiranos de turno a nada que encontremos 3 ó 4 cúpulas para que las pinte el artista de turno.

Y he focalizado en el tercer mundo porque las plantaciones de árboles y actuaciones ambientales se llevan a cabo allí, donde el terreno es baratito y no hay que poner riego por aspersión o goteo... porque, con el calor que hace, no tiene ni el agua necesaria para sus primeras necesidades. En el primer mundo el terreno lo dejamos para hacer polígonos industriales, campos de golf y urbanizaciones, que eso sí da pasta, porque los que tienen problemas en estos momentos no son precisamente los proyectos de lujo.

Otra cosa que falla es que las actividades y emisiones de todas esas empresas se realizan aquí y ahora y esos arbolitos plantados en la otra parte del mundo necesitarán de diez, quince o veinte años para desarrollarse y fijar CO2 en cantidades significativas, jeje, sí, sí, ese que hace 20 años se emitió por el tubo de escape del coche súper ecológico del anuncio.

Claro que el árbol va a fijar CO2 y liberar O2... hasta el día que fortuita o intencionadamente se queme. En ese momento volverá a emitir tanto o más CO2 a la atmósfera.

Y si lo talan, pues ya sabéis cuál será el destino: papel para nuestros cuartos de baño, hojas para garabatear en una reunión tediosa, o soporte de la propaganda del híper de turno.

Señores: para ir de concienciado en temas medioambientales sobre el cambio climático, no hay otra que la de consumir menos, reciclar más y cambiar los modelos energéticos que tenemos. A parte de controlar la natalidad, que es una bomba mucho más explosiva y de efectos más inmediatos que los que nos depara el clima. Y esta época de navidad es el paradigma del despilfarro y del consumo de energía irresponsable.

Todas, absolutamente todas las actividades que desarrollamos, directa o indirectamente, contaminan y son causa del aumento del CO2 en la atmósfera.

Como este es un asunto que no va a pasar de moda, volveré a él en otras ocasiones, pero de una forma muy crítica con la corriente imperante, que es la que vocean y amplifican muchos sectores interesados en todo este tema... aunque su interés va por otros caminos que los ecológicos y altruistas que predican.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Añoranza




En un día gris y triste, unos versos de Lope de Vega:

"Mas, ¡ay amor!, que no me escuchas,
que la vida es corta.
Viviendo, todo falta,
muriendo, todo sobra".

jueves, 25 de diciembre de 2008

Buscando consuelo


Hoy, por motivos que no vienen a cuento, he estado hablando de caminos tortuosos, de tributos leoninos, de pagos para mordidas, de laberintos de difícil salida, de amores sorprendentes e inesperados... y la mente me ha llevado a la leyenda del Minotauro, de cómo Teseo logró matarlo y de su accidentado viaje de vuelta a Atenas.

Como la leyenda no tiene desperdicio, ¡que menuda es la mitología griega! he creído interesante traerla aquí

En Creta reinaba el poderoso Rey Minos. Su capital era célebre en el mundo por el laberinto, lleno de intrincados corredores, del que era casi imposible encontrar la salida. En el interior vivía el terrible Minotauro, un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre, fruto de los amores de Pasifae, la esposa de Minos, con un toro que Poseidón, dios de los mares, hizo surgir de las aguas.

En cada novilunio había que sacrificar un hombre al Minotauro, pues cuando el monstruo no satisfacía su apetito, se precipitaba fuera para sembrar la muerte y desolación de los habitantes de la comarca.


Un día, el Rey Minos recibió una trágica noticia: su hijo acababa de morir asesinado en Atenas. Minos clamó venganza, reunió a su ejercito y lo envió a Atenas para iniciar el ataque. Atenas, al no estar preparada, no pudo ofrecer resistencia y solicitó la paz. Minos, con severidad dijo: "Os ofrezco la paz, pero con una condición: cada nueve años Atenas enviará siete muchachos y siete doncellas a Creta para que paguen con su vida la muerte de mi hijo". Aquellos jóvenes serían arrojados al Minotauro para que los devorara.

Los atenienses no tuvieron más remedio que aceptar aunque con una única reserva: que si uno de los jóvenes conseguía matar al Minotauro y salir del laberinto (cosa poco menos que imposible) no sólo salvaría su vida, sino también la de sus compañeros, y Atenas sería eximida de dicha condena.


Dos veces pagaron los atenienses el trágico tributo. Se acercaban ya el día en que por tercera vez la nave de velas negras, signo de luto, iba a surcar la mar. Entones, Teseo, hijo único del rey de Atenas, Egeo, ofreció su vida por la salvación de la ciudad. El Rey y su hijo convinieron en que si a Teseo le favorecía la suerte, el navío que los devolviera al país enarbolaría velas blancas.

La prisión en Creta, donde Teseo y los otros jóvenes fueron alojados como prisioneros, lindaba con el parque por donde las hijas del Rey Minos, Ariadna y Fedra, solían pasear. Un día el carcelero avisó a Teseo que alguien quería hablarle. Al salir, el joven se encontró con Ariadna, quien subyugada por la belleza y la valentía del joven decidió ayudarle a matar al Minotauro a escondidas de su padre. "Toma este ovillo de hilo y cuando entres en el Laberinto ata el extremo del hilo a la entrada y ve deshaciendo el ovillo poco a poco. Así tendrás una guía que te permitirá encontrar la salida". Le dio también una espada mágica.

A la mañana siguiente, el príncipe fue conducido al Laberinto, tomó el ovillo, ató el extremo del hilo al muro y fue desenrollándolo a medida que avanzaba por los corredores. Tras mucho caminar penetró en una gran sala y se encontró frente al temible Minotauro que, bramando de furor, se lanzó contra el joven. El Minotauro era tan espantoso que Teseo estuvo a punto de desfallecer pero consiguió vencerle con la espada mágica. Le bastó luego seguir el hilo de Ariadna en sentido inverso y pronto pudo atravesar la puerta de salida.

Teseo salvó su vida, la de sus compañeros y liberó a su ciudad de tan horrible condena. Dispuestos ya a reembarcar, Teseo llevó a bordo en secreto a Ariadna y también a Fedra, quien no quiso abandonar a su hermana mayor.

Durante el viaje y tras una feroz tormenta tuvieron que refugiarse en la isla de Naxos. Vuelta la calma emprendieron el retorno. Pero Ariadna no aparecía. La buscaron, la llamaron, pero fue en vano. Finalmente abandonaron su búsqueda y se hicieron a la mar.

Habían zarpado cuando Ariadna despertó en el bosque después de caer extenuada por el cansancio. De pronto, y rodeada por una monumental ceremonia, se le apareció el joven más bello que nunca antes hubiera visto. Era Dionisios, dios del vino, quien le ofreció casamiento y hacerla inmortal. La joven aceptó ya que se vio abandonada y traicionada por Teseo, y después de un viaje triunfal por la Tierra, el dios la llevó a su morada eterna.


En tanto, en Atenas, cundía la tristeza. El anciano rey iba todos los días a la orilla del mar esperando ver a su hijo retornar. Al fin el barco apareció en el horizonte. Pero traía las velas negras y el anciano desesperó. Y es que Teseo, abatido por la desaparición de Ariadna, había olvidado izar las velas blancas, signo de su victoria. Loco de dolor el rey Egeo se arrojó al mar que desde entonces lleva su nombre.

Pasó el tiempo y los atenienses reunidos en asamblea ofrecieron la corona a Teseo, quien se casó luego con Fedra y reinó por largos años
.

Esa es la leyenda, y ya veis que al final, el que no se consuela es porque no quiere... o porque no tiene cerca a la hermana pequeña de su ex-amor ;-)

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Amor, oxitocina... y chocolate


(Artículo publicado por Jordi Montaner en la revista Consumer el 22 de noviembre de 2006)

"La liberación de oxitocina durante el parto y después del orgasmo ejerce un extraordinario bloqueo del estrés y nos llena de ternura.

Podemos pensar como románticos, pero sentimos como seres vivos. El enamoramiento parte de un proceso bioquímico que se inicia en la corteza cerebral y se proyecta al sistema endocrino. Las feromonas, potenciadas por sutiles mezclas de perfumes, acaban excitando nuestras pasiones más mundanas hasta que, consumado el orgasmo, aparece la oxitocina; con ella, esa profunda conciencia de pertenencia al otro y que, desde tiempos inmemoriales, hemos bautizado con la palabra "amor".

Tal vez sea la más noble de nuestras hormonas, la más privilegiada. El organismo humano la segrega tras el orgasmo y el parto y, cuando cosquillea por nuestras venas, quedamos convertidos en juguetes arrebatados de ternura. La oxitocina se descubrió en 1953 y se la relacionó por aquel entonces con los patrones sexuales y de afecto. La consigna hippy de "haz el amor y no la guerra" no era, pues, tan ingenua como parece, puesto que un ejercicio sexual regular predispone nuestros cuerpos hormonados más al amor que al odio.

Todo flechazo filtra un cierto veneno en nuestra piel. Una persona en particular se convierte de buenas a primeras en el centro de toda atención. Las feromonas, sustancias volátiles que cada persona desprende de manera invisible, alteran la propia química y desencadenan respuestas fisiológicas tales como la secreción de fluidos lubricantes, la dilatación o la erección sexual. En esta fase se experimentan reacciones de excitación y deseo que perturban la razón. Un rostro, un peinado, un determinado vestido, una postura, una determinada forma de hablar o de reír nos parecen la cosa más fascinante del mundo y no tenemos sentidos para nada más. La magia, sin embargo, es tan invisible como cierta. Estimulada por las feromonas, la feniletilamina instruye la producción masiva de dopamina o norepidefrina, anfetaminas cerebrales que producen una sensación de excitación, de aumento del ritmo y la presión cardíaca.

El buen humor, la risa y los pensamientos positivos estimulan, en cierta medida, una liberación de oxitocina

La respiración se acelera y un sudor casi imperceptible se pronuncia en axilas e ingles. El mismo cerebro reclama un cierto control y, entonces, empezamos a segregar endorfinas y encefalinas que permiten una sensación de paz, calma y seguridad, a la vez que estimulan toda suerte de fantasías. En un artículo de científicos italianos de la Universidad de Pavía se señala que habían demostrado cuan inestable es esta situación de enamoramiento, que nos hace dormir poco, comer menos y pensar constantemente en la otra persona hasta culminar el proceso, en el mejor de los casos, que no frecuente, con una relación sexual. Entonces, la oxitocina liberada durante el orgasmo acaba por poner las cosas en su sitio.

La oxitocina es una hormona de función estimulante. Su liberación durante el orgasmo acaba ejerciendo un sensacional bloqueo del estrés. Se trata de un neuropéptido sintetizado por células nerviosas en el núcleo paraventricular del hipotálamo para ser transportada de inmediato a la neurohipófisis, desde donde aborda el torrente sanguíneo. La misma oxitocina que en el parto causa que la leche suba a los senos de la madre, estimula en el recién nacido la succión refleja del pezón. También estimula los genitales y la distensión del cuello uterino, fenómeno denominado: reflejo de Ferguson.

En el transcurso del orgasmo, la oxitocina estimula la circulación del esperma y la contracción de la musculatura pelviana femenina con el doble fin de causar placer y asegurar la reproducción. Cuando en 1953 el estadounidense Vincent Du Vigneaud puso el nombre de oxitocina a un péptido corto que contenía 9 grupos de aminoácidos y un puente tiosulfuro entre dos mitades de cistina en posiciones 1 y 6, probó también a sintetizar dicha sustancia, por lo que obtuvo, dos años más tarde, el premio Nobel de Medicina.

El equipo de Ernest Fehr, de la Universidad de Zurich, Suiza, ha profundizado en los efectos de la oxitocina sobre el comportamiento, llegando a la conclusión de que niveles elevados de oxitocina en la sangre mejoran la capacidad de los individuos para confiar en otras personas. La oxitocina es capaz de promover la actividad social y ayuda a superar el temor a la traición. Fehr asegura que vivimos en un entorno social en el que la felicidad se impone sin que seamos capaces de producir suficiente oxitocina de forma natural.

Los investigadores helvéticos, no obstante, han descubierto que el buen humor y la risa, junto a los pensamientos positivos, estimulan en cierta medida una liberación de oxitocina suficiente para conseguir un clima de confianza en relación con los demás. Como actividades proclives a la química hormonal de la oxitocina, los científicos aconsejan huir de la crítica sistemática, fomentar un clima agradable en torno a las personas con las que se convive, exhibir valores sociales como la tolerancia, el respeto o el agradecimiento, desarrollar la empatía, reír y disfrutar de la vida.

En Escocia, en cambio, investigadores de la Universidad de Edimburgo han investigado con ratones a fin de averiguar qué ocurre con la oxitocina tras su liberación en el transcurso del orgasmo. A las 48 horas del orgasmo los niveles de oxitocina permanecen todavía con valores elevados y los ratones se muestran sumamente fieles y apegados, unidos como en un vínculo de por vida... Pero al cabo de unos meses o un año de separación, con niveles sensiblemente más bajos, pierden todo respeto hacia la fidelidad de pareja.

¿Puede una caja de bombones conseguir la misma oxitocina derivada de un orgasmo satisfactorio? Para lamento de los románticos, todo apunta a que sí... En la Universidad de Pittsburgh, los farmacólogos Janet Amico y Regis Vollmer han averiguado que la oxitocina está también detrás de la adicción a dulces, golosinas y chocolate. Empleando de nuevo ratas de laboratorio, ambos farmacólogos descubrieron que los animales con menor tasa de oxitocina en la sangre desarrollaban un apetito especial por las dietas ricas en glucosa y, mediante su consumo, reproducían las conductas maternales propias de animales con un buen nivel de oxitocina, y sin necesidad de tomar parte en actos sexuales.

Lo malo, apuntan los investigadores, es que la saciedad se pierde y los animales quedan enganchados en una dependencia permanente de dulces. No es ningún secreto tampoco que el chocolate, alimento rico en feniletilamina, ayuda a suplir las carencias de oxitocina debidas a una abstinencia sexual, o que un ejercicio físico regular permite liberaciones de adrenalina y serotonina que disimulan lo que en verdad falta. Amico y Vollmer no han extrapolado todavía su experimento con animal a las pruebas con humanos, pero advierten ya del peligro de que niveles anormales e indetectados de oxitocina estén detrás de muchos síndromes metabólicos y obesidades".

Así es que come chocolate... pero no olvides que lo bueno está en compartir ese chocolate... y todo lo demás, con la persona que amas.

martes, 16 de diciembre de 2008

El mundo en el que vivimos


He tenido que dar una charla ante estudiantes sobre salud, hábitos saludables de alimentación, enfermedad y terapias, todo ello desde el punto de vista del primer mundo en el que vivimos y el contraste con el tercer mundo... del que solemos oír hablar en los informativos, y del que no hacemos mucho caso.

Pero es demoledor comparar cifras, estadísticas, estudios, proyecciones de futuro... mientras nosotros nos perdemos en discusiones sobre el calentamiento global, la fragancia que vamos a regalar estas navidades o el capricho que nos vamos a permitir a pesar de la crisis.

¿Crisis? ¿Cambio climático? ¿Protocolo de Kioto? ¿Dietas de adelgazamiento?... pero ¿de qué hablan estos absurdos hombres blancos?

Cito algunos de los datos que tuve que recopilar para la conferencia. Son relativos a la sanidad y las condiciones de vida en los países de bajo desarrollo:

  • 1000 millones de personas viven en la pobreza extrema.
  • 800 millones tienen una alimentación insuficiente.
  • El 25% de los niños del tercer mundo sufre malnutrición.
  • 11 millones de niños menores de 5 años mueren al año por enfermedades que se pueden prevenir.
  • Medio millón de mujeres mueren al año durante el parto.
  • Los progresos contra el Sida y otras enfermedades infecciosas son prácticamente nulos.
  • Millones de personas no tiene acceso al agua potable.
  • Millones de personas carecen de los servicios básicos de salud.
  • Hay enfermedades que “no es rentable” investigar. Los posibles compradores de los fármacos no tienen dinero para ello.
  • El 85% de la humanidad no puede pagar los fármacos que necesita.
  • Los países pobres carecen de estructuras sanitarias para conservar y repartir los medicamentos.
  • La ayuda internacional se muestra insuficiente para paliar esta situación.
  • La falta de agua potable, alimentos y medicamentos conlleva morir por enfermedades de fácil cura.
  • La falta de personal sanitario con formación adecuada es clave en esta situación.
  • Las patentes de muchos medicamentos impiden la fabricación barata de esos recursos.
  • El choque cultural y el apego a determinadas creencias o medicinas alternativas por parte de determinadas culturas conlleva el rechazo de tratamientos que podrían curarles.
Todo esto unido a un dato "esperanzador" y escalofriante: la esperanza de vida en el mundo a lo largo del siglo XX ha pasado de ser menor de 40 años a cerca de los 80.

Pero como todo dato estadístico, puede ser muy engañoso. En el primer mundo: Norteamérica, Europa, Australia y Japón se supera esa cifra de los 80 años.

Sin embargo, en la mayor parte de África no se llega los 45 años de vida media.

En fin, que en este primer mundo en el que vivimos se enferma y se muere de sobrealimentación y de abundancia y en ese otro, al que damos la espalda constantemente, el abandono, el hambre, la miseria, la explotación de sus recursos naturales, son los compañeros del día a día.

Y a esos les decimos que no contaminen, que estamos agotando los recursos del planeta, que tienen que reciclar...

Para eso sí, para eso sí los incluimos dentro de los que tienen que arrimar el hombro.

Después de la conferencia y el debate, me quisieron invitar a un café que tuve que rechazar, porque entonces, al igual que en este momento, se me quedó un muy mal cuerpo.

sábado, 13 de diciembre de 2008

E pur si muove


Ayer, día 12, y hoy 13 podemos ver, si el tiempo lo permite, una Luna llena especialmente grande y especialmente brillante.

Ocurre aproximadamente cada 15 años, debido a que la órbita de la Luna alrededor de la Tierra no es circular y en este momento se encuentra a la distancia mínima de nosotros.

Esa distancia se ha reducido en 28.000 km con respecto a la situación normal, con lo que provoca que la apariencia sea un 15% más grande y un 30% mayor su brillo.

Además está el efecto óptico de que cuando la Luna aparece cerca del horizonte, con montes, edificios o árboles, nuestros ojos nos "engañan" y todavía la percibimos de tamaño mayor.

Yo ayer lo intenté sin éxito y ahora mismo, en el sitio en el que me encuentro, está nevando, con lo que me voy a perder el espectáculo.

Pero todavía hay esperanza. El mes que viene, concretamente el día 10 de enero, volveremos a tener Luna llena y con unas características parecidas a las que he descrito para este momento. Y si nos perdemos la puesta en escena de enero... me temo que tendremos que esperar hasta el 2016, cuando será tan brillante... aunque no tan grande.

Pero siempre nos quedará el consuelo de ver, hacia el sur, cualquier noche despejada, los dos planetas que brillan de forma especial en estos días: Venus en todo su esplendor y Júpiter que poco a poco va perdiendo protagonismo en el cielo, aunque todavía con unos buenos prismáticos es posible ver algunas de sus lunas, sí esas que a Galileo le llevaron a defender que era la Tierra la que se movía al rededor del Sol y no al revés y por lo cual fue juzgado por hereje, condenado y tuvo que retractarse públicamente ante el tribunal de la Santa (?) Inquisición para salvar la vida. "E pur si muove"

martes, 9 de diciembre de 2008

Una de armarios


La mamá de Scott se metió en al armario para demostrarle que allí dentro no había nada a lo que tenerle miedo... ¡pero ella nunca salió!

¿A qué huele un armario con o sin mamá de Scott?

Los de ahora a cualquier cosa, pero los de antes a naftalina.

La naftalina se empleaba generosamente en forma de bolas para que las polillas no hicieran de las suyas con los tejidos de lana y algodón, pero el "aroma" que dejaba en la ropa era penetrante, molesto y hasta tóxico.

Con la revolución y la evolución de los tiempos, en cualquier supermercado tienes un montón de productos, saquitos, frascos, pastillas... que hacen un efecto parecido a la naftalina de toda la vida, pero sin su olor delatador.

Algunos de estos productos, desde el punto de vista toxicológico, son peores, especialmente los que utilizan paradiclorobenceno.

Hay alternativas más naturales, aunque no sé hasta qué punto igual de efectivas. La lavanda es una de ellas y el uso de madera de cedro rojo otra.

En cualquier caso y con el tiempo que usamos la ropa, que de una temporada a otra se queda "demodé", no sé si, de temporada en temporada, a las polillas les da como para zamparse todo el vestuario... y ya de paso, también a la mamá de Scott.