miércoles, 23 de julio de 2008

El calor


Es verano y que haga calor toca. Es lo suyo.

Hoy anunciaban el día más caluroso del verano. Y las televisiones, con ese afán de magnificar lo ya grande, de resaltar lo ya saltón, de reinventar lo ya inventado, han dado la murga, raca, raca, raca, sobre el calor que hacía, iba a hacer y, entrevista tras entrevista, han dejado claro que era insoportable. Vamos, como si esto no hubiera ocurrido nunca jamás.

No he oído nada de eso de que "el cambio climático"... y ya es raro, porque es otro de los tópicos de las noticias que sirve para cualquier estación o cualquier agujero (no, de la capa de ozono, no)... de la parrilla de emisión.

Pero yo a lo mío, que ni sufro ni padezco por cómo se encuentra el sector audiovisual. Mi economía no da para invertir en esos medios. Bastante tengo con vivir sin muchas apreturas y echando una mano a familiares necesitados.

Decía que yo a lo mío porque quería comentar el olor de esta tarde-noche.

Aquí sí ha hecho calor, pero no más que otros días de julio o agosto. Vivo en una ciudad del norte y eso siempre marca una línea divisoria entre lo que es pasar calor y hacer un día caluroso.

Como muchos de esos días de verano en los que durante las horas de sol hace calor y bochorno (viento cálido del sur), se van formando nubes de desarrollo vertical que acaban en rayos, truenos y chaparrones durante la tarde-noche.

Y así está ahora la atmósfera por aquí.

Lo que pasa es que hay mucho relámpago, algún trueno lejano, tres gotas gordas... y se frena el espectáculo.

No obstante es suficiente para que, después de esas tres gotas gordas, el aire se impregne de un olor a tierra mojada, a yerba mojada, a paredes mojas... que a mí me gusta. Me gusta mucho.

Me gusta tanto como ese otro olor que describí en un artículo que se produce después de una fuerte tormenta y que se forma por la acción de los rayos sobre el oxígeno atmosférico, transformando éste en su forma alotrópica denominada ozono troposférico.

Me voy al balcón de mi casa a disfrutar de un aire un poco más fresco que el de la tarde y del espectáculo visual, sonoro... y olfativo de las tormentas de verano

viernes, 4 de julio de 2008

Hierba

Hoy me he despertado pronto. Estoy de vacaciones y no tengo prisa por levantarme, pero un ruido molesto y persistente me ha sacado de la somnolencia en la que plácidamente estás después de que ya algunas partes de tu cerebro han comenzado a funcionar, pero te resistes a que el resto tome ejemplo.

El ruido era el de la máquina cortacésped que manejaba el jardinero de mi urbanización.

No sé por qué tengo la sensación de que siempre corta la hierba los días que estoy en casa echando la siesta, viendo la tele con las ventanas abiertas o, como hoy, remoloneando en la cama en un día de mis vacaciones.

Pero el incidente ha tenido su premio.

Ayer llovió y, por tanto, la tierra está húmeda y el ambiente fresco. Y al cortar la hierba se ha disipado por todos los alrededores un maravilloso olor: el olor a "hierba recién cortada"

Es lo que tiene la humedad, que disuelve las moléculas aromáticas y las difunde por todo el ambiente.

Además, nuestras pituitarias son más sensibles y excitables por productos disueltos en agua o alcohol que en cualquier otro disolvente.

Por eso las colonias y los perfumes son disoluciones acuoso alcohólicas de los terpenos y aceites esenciales aromáticos.

Y yo a disfrutar del día, primero porque estoy de vacaciones, segundo por haber comenzado la mañana de forma tan agradable y tercero porque hoy hace un tiempo excelente. Un día luminoso y agradable.